Llega el final de temporada para muchos equipos y el objetivo desde hace algunas semanas es claro: mantener la forma lo más alta posible durante el mayor tiempo posible sin aumentar el riesgo de lesión y, por si fuera poco, intentar hasta mejorarla. Para ello, muchos preparadores físicos utilizamos diversas estrategias de «tapering» en busca de intentar provocar picos de formas en momentos determinados, ya sea para una final en un día concreto, o para un par de semanas en cuestión.
El «tapering» o en español, afinamiento, es una estrategia muy común en deportes individuales donde el objetivo es reducir la carga de entrenamiento para provocar una supercompensación, coincidiendo ésta con una competición importante. En realidad, es la estrategia que se sigue semana a semana en fútbol para cada partido, como la que os muestro en la siguiente gráfica, sobre la carga utilizada durante una concentración de una selección de fútbol profesionales (Figura 1).
Tradicionalmente, son muchos los estudios que han determinado que la estrategia de tapering que mejor resultado da es mantener la intensidad de entrenamiento que se venía haciendo (por lo que, si se quiere aumentar en estas semanas, debemos haberlo hecho antes) y disminuir en torno a un 30% el volumen de entrenamiento, así como mantener la frecuencia de entrenamiento. El número de taperings acumulados en varias semanas, es decir, no el que se hace dentro de la propia semana, si no el que se realiza sobre la carga crónica (acumulación de varias semanas), es tan sugestivo a cada contexto y propia interpretación de cada preparador, que es en estos momentos donde entreluce cierto «arte» en esto de la preparación física.
Sin embargo, acaba de ser publicado un interesante estudio en la Journal of Sports Sciences donde se intenta acercar la ciencia a este hecho, con lo que el «arte» pasa a ser evidencia empírica. En este estudio de Fessi et al. (2016) miden el rendimiento en partido mediante un sistema de cámaras computerizadas (ProZone) durante 26 partidos que correspondieron a 26 semanas diferentes de entrenamiento. De estas 24 semanas, en 19 se mantuvo una carga de entrenamiento estándar, mientras que 7 de ellas fueron consideradas como tapering (Tabla 1). Se observa cómo la estrategia de tapering seguida en este caso fue tanto la disminución del volumen como de la frecuencia de entrenamientos, mientras que la intensidad se mantuvo (observénse los valores de RPE).
Los resultados mostraron cómo las semanas en las que se realizó un tapering el rendimiento de las variables medidas durante el partido mejoró, aunque los propios autores defienden que es difícil concluir que ésto fue debido exclusivamente a esta estrategia utilizada.
Casualidad o no, lo que es cierto es que se trata de una muestra de semanas considerable dentro de una misma temporada, sobre todo teniendo en cuenta que hablamos de 26 semanas y no 38 como es habitual, donde en hasta 7 ocasiones se optó por hacer una variación en la carga semanal. Este interesante artículo nos puede dar una orientación acerca de cómo modular las cargas a lo largo de la temporada, de forma ondulatoria como ya proponía hace muchos años el Profesor Francisco Seirul-lo (entre otros reconocidos autores) para mantener un rendimiento estable a lo largo de la temporada y no caer en momentos de baja forma.
Sin duda, estrategias que, en estos momentos finales de la temporada, nos pueden aportar en nuestros equipos un plus de gasolina extra para afrontar las rectas finales, tanto si luchas por la permanencia, como si juegas la final de una copa.